¿En qué consiste este trastorno?
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se diferencia de otros trastornos de ansiedad porque la preocupación se extiende a muchos aspectos de la vida de la persona. Estamos acostumbrados a decir que una cosa u otra nos da ansiedad, vemos esta especificidad en algo que nos angustia o que nos da miedo. Pero ¿y que pasa cuando la ansiedad no desaparece a lo largo del día, tiene algunos picos más altos, otros menos, y no se identifica bien qué es lo que la causa?
El trastorno de ansiedad generalizado supone que la ansiedad no se centra en solo un área de tu vida, sino que abarca muchas más, que a veces puede ser interactuar socialmente, otras sentirse desesperado por lo que piensas que es un problema de salud, preocuparse por tener un accidente grave o tener la certeza que tus amigos hablan mal de ti o, peor aún, están decididos a abandonarte. Toda tu vida se convierte en una vorágine de diversas preocupaciones y cuando parece que una se soluciona, tu cerebro ya está allí para ofrecerte otra razón para estar ansioso.
Aunque llega un momento en el que no eres ni consciente de que tienes ansiedad, sentir ansiedad de manera continuada hace que uno se encuentre cansado, sin ganas de involucrarse en actividades, irritable con cualquier mínima alteración, con sensación de tener que estar siempre alerta, tenso y sin poder relajarse. A menudo también se presentan problemas con la concentración, la memoria y el sueño.
¿Cómo empieza y por qué?
La ansiedad empieza poco a poco a “infectar” tu día, llegando a convertirse en una emoción que te acompaña durante su mayor parte. La sensación puede ser muy física, cualquier pensamiento o evento puede producir una punzada en el estómago, un sobresalto, que se tensen aun más tus músculos, que te suden las manos o el cuerpo entero. Suele estar creciendo exponencialmente y abarcando más y más áreas funcionales. El desarrollo del trastorno suele ocupar, al menos, 6 meses, pero muchas veces vivimos con él durante mucho más tiempo sin pedir ayuda.
Los factores, como en la mayoría de los trastornos psicológicos, son múltiples. Puede aparecer por un trauma, tanto en la infancia como en la edad adulta; por ciertas características personales y funcionamiento del cerebro, por causas genéticas; por un exceso de protección y falta de autonomía, o abandono, en la infancia y adolescencia; por peculiaridades en la forma de percibir y procesar las amenazas del exterior; por tendencia a la evitación o aprendizajes infantiles que ahora resultan desadaptativos.
Además, puede presentarse a cualquier edad y junto con otros trastornos (como, por ejemplo, depresión), por tanto, no hay que descuidarse 🙂
¿Cómo se diagnostica?
Piensa en el último mes de tu vida. Si contaras los días que has tenido ansiedad y los que no ¿habría más días ansiosos o más días tranquilos? ¿Y en los últimos seis meses? ¿Cuándo recuerdas tus primeras sensaciones que podrías definir como ansiedad o preocupación excesiva?
¿Sientes constante inquietud? ¿Dificultad para estar quieto (caminas todo el rato, mueves la pierna, no puedes estar tranquilo mucho tiempo)? ¿Dificultad para desviarte de los pensamientos que generan la preocupación?
¿Sueles estar cansado? ¿Hay veces que acabas de levantarte y ya estás pensando en cuándo volverás a dormir? ¿Echarte media hora o más se ha convertido en una necesidad imperiosa a medio día?
¿Te consigues concentrar en el trabajo que tienes que hacer o en lo que estás estudiando? Fíjate cuando lees algo ¿tienes que releer lo mismo una y otra vez para conseguir entenderlo? O ¿por más que intentas aprender tu número pin nunca se te queda?
¿Tienes la sensación de no poder relajarte nunca? Cuándo vas a dormir, ¿sueles necesitar ver alguna red social o jugar a algún juego en el móvil para poder distraerte de tus pensamientos y dormir? En general, ¿te cuesta dormirte o te despiertas a mitad de la noche y no puedes volver a dormir?
Por supuesto, el diagnóstico se debe hacer por un profesional, pero te puede dar una idea, al menos, que si está durando más de 6 meses es que el problema existe y no parece ser pasajero. Es un buen momento para consultarlo y no dejar que la ansiedad sea tu compañera para siempre, no es una compañía agradable.
Hay ciertos problemas físicos o falta o exceso de algunos elementos (vitaminas, hierro, etc.) que pueden provocar síntomas similares a los trastornos de ansiedad, por lo que es necesario hacer una analítica previa para descartarlos. Igualmente, el uso de algunas sustancias y drogas provoca sintomatología ansiosa (incluso cuando se dejan de consumir).
¿Cómo se trata?
El tratamiento de elección sería una combinación entre los psicofármacos (habitualmente antidepresivos inhibidores selectivos de recaptación de serotonina o inhibidores selectivos de recaptación de serotonina y noradrenalina) y la terapia psicológica (habitualmente cognitivo-conductual).
En psicoterapia te ayudaremos a descubrir qué es lo que mantiene el círculo vicioso de la ansiedad. Trabajaremos a través del autoconocimiento, registros en los que nos fijaremos en qué piensas y cómo, tus sensaciones corporales y emociones, y cómo actúas en función de lo que sientes.
Valiéndonos de la Reestructuración Cognitiva encontraremos la manera de cambiar tu percepción de la ansiedad para reducir la importancia que ha tomado en tu vida y desvincularla de pensamientos, acciones y otras emociones y sensaciones corporales.
También, haremos uso de otras técnicas como terapia de Aceptación y Compromiso, encontrando técnicas más adecuadas para tu forma de vida. Lo importante es ir adaptando la terapia a cada persona de manera individualizada.
En Ginkgo Salud podremos resolver todas tus dudas respecto a la terapia psicológica, toma de medicación o dirigirte a otros especialistas si es necesario.
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