Tanto cuando aplicamos la terapia cognitivo-conductual, como cuando aplicamos la Terapia Breve Estratégica, muchas veces mandamos a nuestros clientes ejercicios de escritura. Seguramente, no a todos les gusta esta práctica, ya que requiere cierto compromiso con su propia mejora, pero al ser algo que sabemos que funciona, no podemos prescindir de ello.
Y es que escribir es una herramienta increíble y aquí te explico por qué. Imagina tener un espacio donde puedas volcar todos tus pensamientos y emociones, un lugar donde puedas ver tus problemas desde otra perspectiva. Eso es exactamente lo que la escritura te ofrece: una manera de distanciarte emocionalmente y observar tus problemas, emociones, tareas, con más claridad y menos angustia, como si se te abriera un punto de vista diferente.
¿Para qué sirve escribir?
Escribir sobre lo que piensas y sientes te ayuda a organizar tus ideas. Muchas veces, nuestros pensamientos pueden ser un enredo complicado, pero al escribirlos, empiezan a tomar forma. Es como desenredar una bola de hilo, donde cada pensamiento encuentra su lugar, permitiéndote identificar qué patrones de pensamiento y comportamiento son nocivos y te frenan. Una vez conocidos, veremos cómo puedes cambiarlos.
Otra maravilla de la escritura es que te permite contar tu historia. En nuestro cerebro, los pensamientos se van sucediendo uno tras otro sin control consciente, y muchos son repetitivos y molestos. Cuando vivimos algo traumático o desagradable, nuestro pensamiento se centrará sobre todo en ese momento puntual teñido de manera emocional, obviando todos los demás detalles del suceso. Al plasmar tus experiencias, les das un sentido y las integras en una narrativa coherente. Esto no solo te ayuda a procesar eventos difíciles, sino que también te ayuda a construir una identidad más fuerte y resiliente.
Y no olvidemos lo práctica que es la escritura para resolver problemas. Cuando escribes sobre tus desafíos, puedes verlos con más detalle y claridad. Esto facilita encontrar soluciones y planificar los pasos para superarlos, de una manera mucho más organizada y efectiva.
¿Cómo funciona la práctica de escritura en nuestro cerebro?
Lo que quizá no sepas es que hay una base biológica detrás de todos estos beneficios. La escritura activa diferentes áreas del cerebro, incluyendo aquellas responsables del pensamiento, el lenguaje, la memoria y el procesamiento emocional. Esta activación bilateral ayuda a integrar y procesar mejor nuestras experiencias emocionales. Además, escribir sobre experiencias emocionales activa la corteza prefrontal, uniendo la zona más evolucionada y lógica de nuestro cerebro con la emocional, la cual nos ayuda a procesar y regular nuestras emociones, integrarlas en nuestra experiencia global y, en base a ello, tomar decisiones más meditadas y no impulsivas. Si no usáramos la corteza prefrontal, todas nuestras decisiones serían impulsivas.
¿Cuáles son los beneficios de escribir?
La escritura también puede reducir el estrés. Al escribir sobre eventos estresantes o traumáticos, se ha demostrado que los niveles de cortisol, la hormona del estrés, disminuyen, lo que tiene un efecto directo en la reducción de la ansiedad. La reducción de la ansiedad y el estrés mejora el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico, promoviendo una mejor salud general. La práctica regular de la escritura también fomenta la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales. Esto es esencial para crear nuevos patrones de pensamiento y comportamiento más saludables.
En resumen, la escritura no solo te permite despejar tu mente, reflexionar sobre tus pensamientos, darle sentido a tus experiencias y encontrar soluciones prácticas, sino que también tiene un impacto positivo en tu cerebro y cuerpo. Es una herramienta poderosa que puede transformar tu bienestar psicológico y ayudarte a enfrentar tus problemas con más confianza y claridad. ¡Así que toma un bolígrafo y un cuaderno, y empieza a escribir tu camino hacia una mente más tranquila y organizada!
