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¿Cómo ayudar a mi hijo en una situación del bullying? ¿Es posible prevenirlo o es totalmente impredecible? ¿De qué herramientas dispone un niño ante el acoso?

Alrededor de un 10% de niños y niñas sufren maltrato en el colegio, aunque prácticamente todos los niños se encuentran en esta situación (como víctimas o como testigos) en algún momento de su vida.

Vamos a ser lo más breves posible para pasar a lo que más nos interesa ahora mismo: prevenir o detectar actitudes relacionadas con que nuestro hijo o hija puede estar sufriendo bullying.

¿Qué es exactamente el bullying?

Probablemente diréis que todos ya sabemos lo que es. Pero no os imagináis cuántas personas todavía restan importancia a las situaciones de acoso o colocan una gran parte de responsabilidad sobre la víctima del maltrato. Hasta ahora se oyen frases como «solo son niños jugando», «los niños son así», «ya se les pasará cuando crezcan». Acoso / bullying es:

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Psicología Ginkgo Salud: tipos de bullying
  • Difundir cotilleos y rumores sobre una persona.
  • Reírse de alguien en concreto, hablar por detrás, ponerle motes, insultar, instigar a otros a hacerlo.
  • Acosar, amenazar, fomentar el miedo en la persona.
  • Poner en contra de alguien a otras personas.
  • Boicot o aislamiento: retirar la palabra, ignorar a la persona, hacer como si no existiera.
  • Cualquier tipo de maltrato físico: empujones, zancadillas, tirar objetos o quitárselos, etc.
  • Contacto físico no deseado por la persona y contacto sexual.
  • Acoso por redes sociales y otros medios en internet.

En cada episodio de bullying hay víctimas, acosadores y, normalmente, testigos. Es difícil definir qué persona es más propensa a sufrir acoso, es más fácil encontrar rasgos comunes en los acosadores. Existen ciertas condiciones que pueden propiciar conductas destructivas:

  • Apoyo, miedo o indiferencia por parte de las personas testigos del acoso; falta de intervención directa.
  • Un ambiente excesivamente competitivo, vengativo, destructivo dentro de un colectivo.
  • Definición de las personas como débiles, incapaces, “diferentes”.
  • Exigir responsabilidad a las víctimas del acoso.

¿Me daré cuenta de que mi hijo o hija sufren acoso en el colegio?

Psicología Ginkgo Salud: señales de alarma
Psicología Ginkgo Salud: señales de alarma

Por lo general, los cambios que se notan en las actitudes son muy buenas señales de alerta, pero pueden ser unos síntomas tardíos. También son más difíciles de detectar cuando el ambiente familiar es percibido por el niño como inseguro, de poca confianza o no acogedor.

  • Cambios en el rendimiento académico.
  • Actitudes impulsivas o violentas en el ámbito familiar.
  • Cambios en el comportamiento, sobresaltos, ataques de rabia, aislamiento.
  • Tristeza, abatimiento, quejas sobre el cansancio.
  • Pérdida de interés en las actividades que solían gustarle.
  • Cambios en el apetito y en el sueño.
  • Llegar a casa más tarde o más temprano.
  • Cambios en la vestimenta o aspecto repentinos.
  • Ansiedad, baja autoestima, inseguridad, timidez, pasividad.
  • Justificaciones constantes y elaboradas para sucesos nuevos.

¿Podemos prevenir el maltrato?

La manera de actuar de nuestros hijos e hijas dependerá en una buena parte de cómo actuamos en la familia y del clima que hay en nuestra casa y en nuestras relaciones. Quizás no podremos prevenir que un día se vean acosados, pero sí darles herramientas que les ayuden a sentirse protegidos, defenderse o, al menos, que su autoestima no se vea excesivamente dañada.

  1. “Nuestra casa es un lugar seguro y es tan mio como de los demás” ¿Tu hijo o hija siente la casa como un hogar? ¿O más bien tiene sensación de que vive en “casa de sus padres”? ¿Tiene ganas de volver a casa? ¿Tiene cosas propias? No hablamos aquí de que cada uno debe tener una habitación propia o un iPhone, sino espacio y cosas básicas que sienta como suyas.
  2. “Podemos hablar de cualquier cosa, incluso de los nos dan vergüenza o resultan incómodos”. La relación en la familia debe ser de confianza, donde hablar de cualquier tema no produzca temor, ni suscite reacciones exageradas al estilo: ¡Dios mío, cómo has podido decirle esto a tu madre! Las constantes discusiones con los padres o entre ellos, expresiones violentas, humillación, exageraciones, normas rígidas, agresividad y gritos asustan y restan seguridad en las relaciones sociales de los hijos dentro y fuera de la familia. Los niños imitan lo que hacemos las personas significativas para ellos. No normalicemos situaciones de humillación, peleas y acoso dentro del seno familiar.
  3. “Si me dices que no, no me voy a enfadar contigo”. Debemos potenciar en nuestros hijos e hijas la capacidad para negarse y eso comienza porque pueda decir “no” sin ser castigado por ello. Debe poder limitar el acceso a su cuerpo (negarse a recibir besos o abrazos no deseados o forzados, por ejemplo), no prestar sus cosas si no quiere, tener privacidad y exigir que en algún momento no le molesten.
  4. “Puedes llorar si lo necesitas”. Sentir y expresarse es necesario y sano para cualquier persona. La expresión emocional y su regulación es diferente dependiendo de la edad y etapa evolutiva de los niños y las niñas y es importante que se sientan aceptados a pesar de que “no se portan bien”. Buscamos que nuestros hijos e hijas consigan tener un apego seguro con sus progenitores.
  5. “Podemos hablar cuando lo necesites”. Hablar y escuchar de verdad es básico para cualquier relación. Nuestros hijos e hijas tienen mucho que contarnos, no convirtamos cada conversación en un monólogo lleno de normas y prejuicios. Y aunque parezca que dicen muchos datos triviales, entre ellos podemos entrever actitudes inadecuadas llevadas a cabo bien por nuestro propio hijo o hija, bien por cualquier otra persona.
  6. “Lo vas a resolver y si no puedes, estoy para ayudarte”. Parece banal, pero muchas veces no creemos en la capacidad de nuestros hijos para hacer cualquier cosa y esto hace que ellos tampoco se crean capaces. La sobreprotección puede hacernos la vida más fácil a corto plazo, pero a la larga criamos adultos ansiosos, incapaces de enfrentarse a un problema o tomar una decisión. Debemos potenciar su confianza en las capacidades que tienen. Actividades físicas pueden servir de ayuda para sentir más confianza en su cuerpo, bajar niveles de estrés y mejorar el lenguaje corporal.

 

Claro está que todas estas son pautas generales y cada problema requiere una aproximación individual. El acoso no solo existe en el ámbito escolar, sino que puede darse perfectamente en la vida adulta y colectivos de trabajo. No dudes en contactar con nosotras si crees que alguien de tu familia está sufriendo maltrato.

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